Transcribo hoy parte de un artículo firmado por el periodista Francisco Capote García en el periódico “Madrid” el 13 de abril de 1954, en el que da una descripción detallada de las características especiales de los tradicionales “estantes” que portan los pasos en Murcia, “ejemplar único en España”. “Los pasos” de esta procesión, al igual que en el resto, son todos conducidos a hombros. Desde las siete de la mañana, hora de su salida, hasta la una, en la que el último nazareno deja su cruz, los hombres de la huerta y los hombres de la ciudad llevan sobre si la dulce y pesada carga de la representación escultórica de la Pasión. La labor exige un esfuerzo físico agotador, no solo por el extraordinario peso de alguno de los tronos – La Cena, con 1312 kilogramos, y la Oración del Huerto, con 1.758, cargando en el primero 24 estantes, y en el segundo 26 – sino también por la duración de la carrera, bajo el fuerte sol de la mañana de primavera, en un clima tan cálido como el de Murcia. El nazareno que “carga” en las procesiones murcianas es ejemplar únicoen España: corta túnica, por debajo de la cual asoma el primor de las puntillas; medias de “repisco”, con un alegre bordado exultante de flores y adornos, trenzadas por las cintas de las esparteñas; a la cabeza, el pañuelo de brillantes colores, cubierto por el corto capuz de punta roma. El es el mejor vigilante de un legado, transmitido de padres a hijos. Los puestos de los tronos se heredan como se hereda la vieja casa familiar, las tahúllas huertanas o el apellido esclarecido. Y así se puede advertir que, en algunos de los puestos, se conservan los mismos nombres que aparecen en los libros registros del año 1600, o sea, una tradición familiar ininterrumpida de más de trescientos años, casi una segunda naturaleza.”