D. José María de Cossío, licenciado en derecho y filosofía y letras, escribió poesía y fue asiduo colaborador de publicaciones como El Sol, Revista de Occidente y ABC, participandohabitualmente en las tertulias que los grandes escritores e intelectuales celebraban en Madrid. Ingresó en la Real Academia Española. Gran experto y aficionado a la tauromaquia, escribió su obra “Los toros” y recibió en ella la colaboración del poeta Miguel Hernández.
En 1958 visitó Murcia con motivo de la celebración de la Semana Santa y con este motivo escribió el artículo que a continuación se transcribe parcialmente:
“La Semana Santa de Murcia, se inclina resueltamente del lado de lo procesional, si bien puede notarse la tendencia a acentuar la autonomía de las cofradías, que por otra parte debe tener una tradición muy vieja. Pero la tenencia al cortejo procesional que se insinuaba, se debe, más que a la costumbre religiosa, al hecho de poseer las cofradías pasos muy importantes y numerosos, y la cofradía sola constituye una procesión considerable. Pero sobre todo a la existencia de la serie de los Salzillo que forman en la procesión de Viernes Santo a que aludía.
Al pleno sol aparecen los extraordinarios pasos. No necesitan la iluminación artificial en la noche, ni crearse una atmósfera de misterio. Arrostran la luz del día, y el arte del gran escultor se nos ofrece directo, sin colaboración efectista alguna. Serenamente camina sobre sus andas San Juan, recogiéndose el manto con inigualable distinción, o la Verónica mostrando la Santa Faz con elegante ademán que si no hubiera habido otros modelos no se llamaría así una suerte de capa taurina, o a la Dolorosa, una afligida Fuensantica de la huerta, clásica y popular al mismo tiempo, concebida por el artista dentro de las reglas rigurosas del más depurado neoclasicismo y acentuada por la fuerza popular más inesperada. Porque me parece que lo característico de Salzillo fue precisamente poner ese acento y favor del pueblo en la plástica más rigurosa y en las exigencias más frías a que obligaba el ambiente artístico de la época…
Así llega al pueblo que presencia el paso de la procesión todo el patetismo de su argumento, el del drama más desgarrador que ha conocido la humanidad. La procesión desfila, y tras alguno de los pasos ruedan sobre carritos las largas tubas, seguidas de losarcaicos tambores, que han de dar su son lúgubre en las paradas. Suenan las tubas destempladas, que es empresa tremenda la de llenar de aire el larguísimo instrumento, y redoblan los tambores con compás arcaico y lúgubre. Y así desfilan los pasos llevados en andas por hombres de la huerta murciana, con sus calzones moriscos y sus medias repicadas, y acompañados por la emoción de todo un pueblo.”