VIERNES SANTO ( DE ANTAÑO)

Emilio Diez de Revenga Vicente fue Alcalde de Murcia, Diputado a Cortes, Catedrático y cofundador de la Universidad de Murcia, Decano del Colegio de Abogados, Presidente de la Junta de Hacendados, Director del Conservatorio, Director General de Registros y Notariado, Director de la Sociedad Económica del Pais, Secretario del la Cofradía de Nuestro Padre Jesús, y escritor de numerosos artículos y libros, ostentando la titularidad de otros muchos cargos y responsabilidades que sería prolijo detallar, lo que nos facilita la comprensión de la personalidad social, política y cultural de este prohombre murciano.
En la revista El Tiempo, en la que publicó muchos de sus artículos, aparece el día 4 de Abril de 1912 el denominado “Viernes Santo (de antaño)”, en el que narra las peripecias sufridas por los mayordomos de Jesús en la mañana del Viernes Santo de 1714 y que a continuación reproduzco íntegramente:
“Corría la Cuaresma del año de gracia de 1714. A causa del estado de salud de nuestra señora la Reina Maria Luisa de Saboya, habíase trasladado en rogativa la Imagen de Ntro. Padre Jesús Nazareno ( la que se venera en la Iglesia de su nombre) al Convento de las Religiosas de Santa Isabel, donde permaneció nueve días.
Al devolver á su templo la sagrada Imagen surgieron graves desavenencias entre la Comunidad del Convento de San Agustín y el Cabildo de Curas: se entabló pleito sobre la formación de aquellas procesiones y un auto del Provisor dio la razón al Cabildo de Curas, declarando “que pudiesen salir en la presidencia, entre la Cruz y Diáconos, todos los clérigos que fuese su voluntad.” La Comunidad del Carmen Calzado se allanó desde luego al cumplimiento del auto, pero la Comunidad de los Agustinos…
La tarde del Jueves Santo, habíase reunido en la plaza de San Agustín como todos los años en tal día, gran número de fieles congregados por costumbre y por devoción, más por devoción entonces que ahora; la muchedumbre esperaba impaciente la salida de la procesión del Prendimiento de la cual “cuidaban los Escribanos y maestros del arte de la seda”. De improviso los Frailes apagaron las luces del Monumento, cerraron las puertas de su Iglesia y pasando á la Ermita de Jesús por el pasadizo que las ponía en comunicación quisieron “executar la misma diligencia por lo que miraba á las puertas de la Ermita”: y la hubieran ejecutado si los Mayordomos y Cofrades “ no hubieran procurado sosegar el arrojo y despecho de los Padres dándoles á entender el ningún derecho que tenían”. Acudieron ambas Justicias, la eclesiástica y la secular y las puertas continuaron cerradas á piedra y lodo á la vista de concurso tan numeroso “que excedió al que se vé en la más solemne función así en la plaza como en todas las ventanas de su frontera y duró hasta bien cerrada la noche”.
¡Buena la hubieron los Mayordomos de la Cofradía de Jesús! Gran parte de ella la pasaron en negociaciones de arreglo: fracasados en sus gestiones hácia la media noche, visitaron al Provisor, porque temían alguna novedad al tiempo de sacar su procesión del siguiente día y tranquilizados relativamente “echaron á la calle los tambores y bocinas como es estilo para citar á los Cofrades y devotos que asisten con su propias luces”.
Las claridades indecisas del alba iban apareciendo en el horizonte y la ancha plaza iba llenándose de Cofrades y devotos: los Mayordomos de Jesús abrían las puertas de la Ermita y avisaban á la Parroquia que se presentaba asistida de gran número de clérigos. Verlos aparecer los buenos Frailes y presentarse ellos en la Ermita fue cosa de un solo instante: con el mayor denuedo se apoderaron de las puertas impidiendo la entrada de la Parroquia y echaron fuera a los Cofrades y devotos á quienes no valieron “las mismas razones y términos políticos de la tarde antes”.
Comunicado el caso al Provisor y al Corregidor ambas Justicias “se partieron para la Ermita” y viendo el gran bullicio y griterío de la gente se retiraron á la Iglesia del Convento de Religiosas Agustinas desde conminaron al Prior, “pero negadas del todo las puertas y temiendo mayor escándalo en días que debe practicarse muy al contrario, resolvieron que dejara de executarse la procesión”. Y en efecto, en el año 1714 la procesión no se executó.
Este incidente y otros de no menor resonancia dieron motivo al famoso pleito de reivindicación que los Mayordomos de la Cofradía de Jesús sostuvieron con los vecinos Frailes de San Agustín, terminado por una sentencia dictada á los catorce días del mes de Mayo de 1657, que declaró que la Cofradía de Jesús era el verdadero Patrono de la Ermita, por haberla edificado en suelo propio á sus expensas y que podía para evitarse inconvenientes é inquietudes cerrar la puerta por donde se comunicaba con el vecino Convento, “haciéndola mazizar de sillería, mampostería ú otra obra firme para su mayor estabilidad”. Y hay que convenir en que tuvo razón el sabio Juzgador para establecer sólidamente la incomunicación.
Época de venturas fue aquella para la Ilustre Cofradía de Jesús. Al mismo tiempo que la justicia del Iltmo. Sr. D. Diego de Roxas y Contreras, Caballero de la Orden de Calatrava, Obispo de Cartagena, del Consejo de S.M. y su Gobernador en el Real y Supremo de Castilla, la reintegraba en la plena posesión de la Iglesia de Jesús, retirado en su humilde taller, en comunicación tan sólo con las portentosas inspiraciones de su genio inmortal, nuestro Salzillo tallaba las Imágenes que la Iglesia de Jesús había de guardar como preciosas reliquias del Arte y de la Fé.
Aquellos antiguos Mayordomos lucharon por reivindicar la independencia del estuche en que tales joyas habían de guardarse: los de ahora, para honor de Murcia y asistidos de los murcianos todos amantes de su tierra, debíamos convertir aquel recinto en suntuoso Museo del Arte cristiano”.

                    Guillermo Martínez Torres
                         Mayordomo de Jesús